IX Jornadas de Medicina Rural de la semFYC
3-4 de octubre, 2025
A pesar de ser una entidad frecuente y bien conocida, el Vértigo Posicional Paroxístico Benigno (VPPB) continúa tratándose en muchos casos con betahistina sin indicación. Persisten reticencias entre profesionales a realizar las maniobras diagnósticas y terapéuticas (Dix-Hallpike y Epley principalmente) por comorbilidades o falta de tiempo.
Se pretende visibilizar una práctica clínica resolutiva, basada en la exploración física, el manejo con maniobras terapéuticas y la desprescripción en el contexto de Atención Primaria (AP).
Revisión retrospectiva de pacientes a los que se aplicaron maniobras diagnósticas y terapéuticas para VPPB durante 1 año en un Consultorio Local.
Se identificaron 27 personas con diagnóstico de VPPB o en tratamiento con betahistina sin indicación. Las edades iban de 17 a 91 años. Algunos presentaban comorbilidades como deterioro cognitivo, enfermedades psiquiátricas, oncológicas o musculoesqueléticas (principalmente cervicalgia); otros sin antecedentes relevantes.
El diagnóstico se basó en anamnesis dirigida y maniobra de Dix-Hallpike. La maniobra de Epley se aplicó en la misma consulta, con buena tolerancia incluso en personas mayores o con limitaciones físicas.
Los casos con tratamiento crónico o previo con betahistina (25), este fue retirado tras la realización de maniobras.
Fue necesario dedicar tiempo a la educación sanitaria para explicar el carácter benigno del cuadro, reforzar la confianza en el abordaje físico y justificar la retirada del fármaco, en ocasiones percibido como imprescindible por el paciente. Los casos evolucionaron favorablemente sin necesidad de derivaciones, pruebas complementarias ni tratamiento farmacológico adicional.
El manejo clínico del VPPB con maniobras diagnósticas y terapéuticas es eficaz, seguro y aplicable en el contexto real de AP. La desprescripción de betahistina es posible incluso en pacientes complejos, cuando se acompaña de un abordaje clínico claro y compartido.
Experiencia reproducible en la práctica diaria reforzando la autonomía profesional, el uso racional de recursos, efectos secundarios farmacológicos y el valor de la atención basada en la evidencia.